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miércoles, 23 de noviembre de 2016

EL FUTURO QUE NOS ESPERA.



Umberto Eco, autor de «De la estupidez a la locura»
                                      Umberto Eco, autor de «De la estupidez a la locura»

El futuro que nos espera, según Umberto Eco.
Llega a España la última obra escrita en vida por Eco. En ella se dan la mano Twitter, 007 y la «sociedad líquida».
«Twitter es como el Bar Sport de cualquier pueblo. Habla hasta el tonto del pueblo. Los que antes comunicaban sus desvaríos a sus íntimos o a sus amigos del bar, quedando sus opiniones limitadas a un círculo restringido, ahora tienen la posibilidad de expresar las propias opiniones en las redes sociales», afirma Umberto Eco en la recopilación de artículos «De la estupidez a la locura. (Crónicas para el futuro que nos espera)», su último libro escrito en vida, aparecido poco después de su fallecimiento, que tuvo lugar el 19 de febrero de este mismo año.
Sus innumerables lectores y seguidores en la prensa escrita italiana estaban acostumbrados a esta y muchas otras reflexiones irónicas, provocadoras, que no pocas veces creaban encendidas polémicas, agitando el ambiente cultural y político de su país. Nacido en Alessandria, en el Piamonte, en 1932, Eco fue siempre mucho más allá de la figura del intelectual y profesor venerado, del novelista de éxito mundial con libros como «El nombre de la rosa» o «El péndulo de Foucault», del revolucionario teórico de la comunicación, la estética y la posmodernidad en célebres ensayos que marcaron nuestra época («Apocalípticos e integrados», entre otros). Pensador inquieto por naturaleza, propuesto en numerosas ocasiones para un premio Nobel que finalmente nunca llegó, Umberto Eco fue un temperamento sumamente libre.

Una sola vida

Preocupado por un futuro en el que el libro podía desaparecer, en otro de sus célebres aforismos decía: «El que no haya leído antes de los setenta, no habrá vivido más que una vida: la suya». El filósofo Massimo Cacciari lo definió así, en el momento de su desaparición: «Era alguien de una cultura desbordante, presentada con ligereza». Y no le faltaba razón. Ningún tema le era ajeno, ya se tratara de los estudios académicos y la crisis de las humanidades en nuestras universidades, los mitos en la cultura popular, caso de James Bond, o amenazas para la paz mundial como el terrorismo o los nuevos y metamorfoseados populismos. «El populismo -asegura en su artículo «Matar a un pajarito», de 2004, incluido en este volumen- es una forma de régimen que, al intentar saltarse las mediaciones parlamentarias, tiende a establecer una relación plebiscitaria inmediata entre el líder carismático y las multitudes; es simplemente un método que prevé la apelación visceral a las que se consideran las opiniones y los prejuicios más arraigados en las masas».

Entre antagonistas.

Colaborador desde 1965 del semanario «L’Espresso», a partir de los años 80 comenzó a publicar en este medio sus famosas columnas de tono satírico, «La Bustina di Minerva», luego recogidas en diversos volúmenes. Pionero de la semiótica, la ciencia de los signos iniciada por Saussure, que en los 60 vivió su momento de esplendor con geniales estudiosos como Barthes y él mismo, el periodismo siempre fue un pilar en su vida.
Sutil analista de nuestra modernidad, y sin ser un nostálgico de tiempos pasados -en los que aún no había surgido «un individualismo desenfrenado, en el que nadie es ya compañero de camino de nadie, sino un antagonista del que hay que guardarse», y en los que aún había cierta ilusión por «el concepto de comunidad», como afirma en el magnífico texto que abre el volumen, «La sociedad líquida», en homenaje a Zygmunt Bauman-, la melancolía y el pesar tiñen en no pocos momentos estos textos, aun manteniendo inalterable su fantástico humor y sus inmensas dotes para la sátira.
Crítico feroz y en muchas ocasiones pesimista sobre «el futuro que nos espera», el cinismo, el sarcasmo desabrido o cierta complacencia en el nihilismo y la negrura, posturas o tics intelectuales de los que él siempre abominó, estaban en las antípodas de su pensamiento. Así lo demuestran, una tras otra, estas regocijantes y lúcidas piezas breves.
MUY INCIERTO Y PREOCUPANTE.

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