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domingo, 26 de octubre de 2014

ESPAÑA TIENE EL YIHADISMO EN CASA

Mohamed, el último yihadista detenido en Melilla.

El EI proyecta secuestrar a narcos para financiar la yihad en España

Una célula desarticulada en Melilla tenía varios objetivos en Marruecos.

Las células en España del Estado Islámico de Irak y Levante (EI) proyectan llevar a cabo secuestros para financiarse y conseguir un gran efecto propagandístico, según se desprende de la información incautada por la Policía y la Guardia Civil a varios yihadistas detenidos en Melilla.
Esta iniciativa— inédita hasta ahora en Europa y el norte de África— preocupa a los servicios de inteligencia porque de llevarse a cabo supondría una amenaza nueva en la actividad del terrorismo internacional en este continente, hasta ahora centrada en el proselitismo, la financiación, la captación de muyahidines para las zonas de conflicto y ataques como el 11-M en Madrid en 2004 o el 7-J en Londres un año más tarde.
El examen de los ordenadores y la documentación incautada el pasado mes de mayo a un grupo de seis islamistas dirigido desde Siria e Irak por Zakaria Said Mohamed, un ex militar profesional experto en explosivos, revela que entre sus planes figuraba el secuestro de narcotraficantes de hachís que operan en la zona con la intención de pedir fuertes sumas a sus familiares con las que financiar la yihad. La célula tenía fijados varios objetivos, todos en localidades marroquíes próximas a Melilla, según aseguran a EL PAÍS fuentes de la investigación.
Temor a que los secuestros se conviertan en una nueva amenaza
El grupo desarticulado trabajaba, también, en la localización de viviendas de cambistas, en su mayoría musulmanes, con la intención de secuestrar a sus dueños o asaltar sus domicilios para robarles su fortuna. Los takfires, la secta más clandestina del yihadismo a la que pertenecían algunos de los detenidos, permite a sus miembros robar para financiar la yihad.
Muchos de los centenares de yihadistas detenidos en España desde los atentados del 11-S en 2001 en EE UU— al igual que los capturados en otros países de Europa— tienen un perfil delincuencial, pero ninguno de ellos había planificado un secuestro para financiarse. La venta de coches robados, las tarjetas de crédito falsificadas y el trapicheo con pequeñas cantidades de droga, oro o diamantes son su principal fuente de financiación.
Las Fuerzas de Seguridad sospechan que tras la idea inicial de llevar a cabo secuestros en Marruecos, donde creían que sería menos arriesgado, los yihadistas detenidos se iban a fijar nuevos objetivos en Ceuta y Melilla, dos ciudades en las que residen acudalados traficantes y reputados cambistas, en algunos casos las mayores fortunas de la zona. Numerosas familias de ambas ciudades españolas viven desde hace décadas del tráfico de hachís que se cultiva en Marruecos e introduce a la Península para abastecer el consumo de esta droga en Europa.
Entre sus víctimas figuraban varios ricos cambistas de la zona
“Querían secuestrar a traficantes en Marruecos, pero no descartamos que la intención futura fuera hacer lo mismo aquí. ¿ Por qué iban a secuestrar solo en Marruecos?”, se pregunta un analista de inteligencia que ha tenido acceso al material incautado. “Lo que más nos ha sorprendido es que barajaran un secuestro, algo que hasta ahora no habían hecho. Algo con lo que no contábamos ni sospechábamos”, añade un mando policial.
La célula que proyectaba los secuestros estaba dirigida por Zakaria Said Mohamed, un español antiguo soldado del cuerpo de ingenieros de Melilla. Primero desde un campo de Al Qaeda en Malí y luego desde Siria— adónde marchó para unirse a la yihad contra Bachar el Asad—, encargó a su hermano Mohamed, vecino del barrio de la Cañada de Melilla, la creación de una red que envió desde esa ciudad a los campos yihadistas del Sahel a 26 jóvenes muyahidines de varias nacionalidades, 24 marroquíes y dos españoles. Mohamed fue detenido el pasado mes de septiembre. El ex militar sigue libre en los campamentos del EI entre Siria e Irak.
Todos los miembros del grupo desarticulado sufrieron la mutación de otros jóvenes yihadistas de todo el planeta. Se iniciaron en el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO), un satélite de Al Qaeda, pero acabaron en el Estado Islámico de Irak, el grupo más sanguinario y activo que ha restablecido el califato e impuesto la sharia (ley islámica) en ciudades de Siria e Irak.
Entre los detenidos se encontraba Benaissa Lagmouchi Baghdahi, un retornado de los campos de entrenamiento terrorista del MUJAO en el norte de Malí. En la amplia franja desértica del Sahel se mueven con total libertad las células terroristas de este grupo y de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), responsables del secuestro de dos cooperantes españoles en octubre de 2011, liberados en Malí nueve meses después tras pagar un rescate el Gobierno español.
“¿Y sí las células del Estado Islamico secuestraran en Europa no solo a narcotraficantes sino a cualquier otro ciudadano considerado enemigo en busca de publicidad?, se pregunta un analista de inteligencia. “Es algo que no descartamos porque esta organización maneja bien la propaganda y esa es una de sus prioridades”, se responde a sí mismo. El EI ha ordenado a sus fieles matar a cualquier ciudadano de la coalición de los países que le plantan cara.
 

Los lobos de Mustafá

 
La yihad individual, la que inventó el pelirrojo Mustafá Setmarian, un sirio español, casado con una madrileña, no se ha estrenado en España. Ninguno de los 84 yihadistas condenados o muertos en este país era un lobo solitario, todos pertenecían a células locales organizadas. En su obra La llamada a la resistencia islámica Setmarian defendió una idea tan simple como eficaz: la forma más segura de organización es no tenerla. “La organización frustra cualquier medida de seguridad”, escribió el fundador de Al Qaeda en España, detenido en 2005 en Pakistán, entregado a la CIA y desaparecido en los agujeros negros de esta agencia de inteligencia hasta su entrega al Gobierno sirio que lo mantiene preso en una de sus cárceles, según asegura su esposa.
Algunos jóvenes han seguido su doctrina. El primero apareció en una calle de Amsterdam en 2004 blandiendo una pistola y un cuchillo con los que asesinó al cineasta Theo van Gogh. La figura del lobo reapareció en un aeropuerto de Fránfort en 2011 y en Estocolmo en ataques frustrados. Un año después Mohamed Merah, un franco-argelino que quería “poner de rodillas a Francia” asesinó a un profesor y a tres niños judíos en las calles de Toulouse y Montauban. Los últimos han aparecido en un territorio tan pacífico como Canadá—dos soldados atropellados y un militar tiroteado— lo que demuestra que la yihad es cada vez más global.
EN ESPAÑA  ES MUY DIFÍCIL CONTROLAR LO PUESTO QUE SOMOS PARTE DE ÁFRICA.

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