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domingo, 6 de mayo de 2012

EL 15 M NO HA MUERTO

Margaritas(foto J.A.Miyares)

La silenciosa expansión del 15-M

Primero se indignaron. Ahora buscan soluciones. El movimiento 15-M no afloja. Muchas de sus acciones ocurren lejos de los focos. Miles de iniciativas de las asambleas ciudadanas germinan en barrios y pueblos, y se convierten en una red de apoyo en tiempos de desmantelamiento del Estado del Bienestar.
Aunque algunos quieran matarlo.
Corría mediados de julio, pleno verano en Madrid, y la asamblea de San Blas se reunía, como cada lunes, a las seis de la tarde. La de San Blas es una de esas asambleas de barrio del 15-M que han permanecido activas —el movimiento decidió descentralizarse y trasladar la acción a los barrios al poco de nacer, a las primeras de cambio—.

Unas cuarenta personas se congregaron en la Plaza Blanca para abordar la creación de un banco del tiempo, un sistema para intercambiar servicios entre los vecinos sin necesidad de una moneda. Israel, informático, empezó a aplicarlo ese mismo día. Necesitaba arreglar unas cortinas en su casa.
En la asamblea estaba Flori, ex costurera, de 56 años. Se pusieron de acuerdo: ella necesitaba que alguien le revisara el ordenador.

En San Blas es hoy una cooperativa en la cual hay tres fontaneros, dos electricistas, ocho profesores, tres comerciales, dos conductores, un montador de cubiertas, un ebanista, un dependiente, dos conserjes, tres montadores y dos jardineros. Es una de las múltiples cooperativas que han nacido al calor del 15-M. Se intercambian servicios entre ellos, y los ofrecen a terceros.
En este año que ha transcurrido desde el levantamiento ciudadano de mayo de 2011, una parte del 15-M ha pasado de la indignación a la acción. Los hay que se unieron para protestar. Los hay que se han unido para seguir trabajando.

Los más activos no han dejado de reunirse en las plazas de barrios y pueblos, de organizar asambleas, de compartir problemas y, desde el pasado octubre, fecha en que el movimiento se convirtió en global, de dedicar esfuerzos a buscar soluciones. El 15-M se expande silenciosamente por los barrios. Se expande como se expandían las faldas de Carlos III en aquellos días en que los ciudadanos se levantaron para protestar; las faldas las conformaban las carpas que día tras día se iban extendiendo por la Puerta del Sol; carpas que cada día albergaban un nuevo espacio: una cocina, una biblioteca, una guardería para los niños, un centro de comunicación.

Cada asamblea de cada barrio significa que, cada semana, un grupo de gente se reúne para buscar soluciones; la interconexión de cerebros genera nuevas ideas, nuevas iniciativas; así ocurre, semana a semana, en cada asamblea, en cada plaza. Basta con entrar en la página tomalaplaza.net para observar el gran número de iniciativas que se han ido generando en el año de vida del movimiento. Ahí va depositando cada grupo las actas de sus reuniones, las decisiones que se toman, los diagnósticos de situación, las propuestas de soluciones alternativas.

Así está funcionando el 15-M: miles de cerebros conectados, en las plazas y en las redes, remendando las costuras de un colchón contra la crisis. En días en que el Estado del Bienestar se desvanece, justo cuando el paciente más lo necesita, se atisba el embrión de una economía paralela, subterránea, alternativa. Son tiempos duros: un cuarto de la población está en paro. Frente al sálvese quien pueda, el 15-M ofrece espíritu colaborativo, acción en red.

En el barrio de San Blas están pensando incluso en crear su propia moneda para regular los intercambios de servicios. Y ya saben cómo se llamará su divisa: el blasón.
“Nosotros no somos indignados, somos ilusionados”, dice Israel, el informático. “Desde chico te enseñan que tienes que competir, cuando de lo que se trata es de compartir; de compartir la vida, en general”. Israel está encantado con el modelo de economía alternativa que está germinando en el barrio. “Yo sabía que el INEM no me iba a resolver la papeleta, que había que cortar por lo sano”.

Su cooperativa es una de las muchas redes de autoapoyo que han nacido de la mano del 15-M; como la Red de Ayuda Mutua del madrileño barrio de Aluche: los jueves y viernes, recolecta excedentes de comercios y restaurantes y el viernes por la tarde los reparten entre los vecinos más necesitados; las iniciativas de los rurales enredados, que están tendiendo puentes entre ciudades y pueblos para desarrollar huertos ecológicos que reduzcan la dependencia alimentaria; o los mercadillos de trueque, como el que organiza la Asamblea del madrileño barrio de la Concepción— que también ha puesto en marcha un huerto ecológico— : el último domingo de cada mes, los vecinos acuden al parque Calero e intercambian —libros, juguetes, ropa, de todo— sin que medie el dinero.

La gente se organiza también para otros fines. Para frenar operaciones policiales contra inmigrantes, como hacen las brigadas de observación de derechos humanos del barrio de Lavapiés. O para hacer frente a los bancos, como las cooperativas de deudores de Catalunya (CASX, Cooperativas de Autofinanciación Social en Red), en las que los deudores se agrupan para responder en bloque frente a la entidad financiera acreedora.

“Este va a ser el año de las cooperativas”, vaticina Arturo de Bonis, activista del 15-M y miembro de la Cooperativa de Sinergias. “Existe una necesidad de autoorganizarse; es una forma de salir adelante”, explica. De Bonis es ingeniero industrial, tiene 55 años y ha trabajado de economista para el Banco Mundial. Reivindica esta manera alternativa de funcionar como cauce para hacer frente “al desapego de los trabajadores y de los propios empresarios hacia sus propias empresas”. Y se explica: “Los empresarios ya no sienten las empresas como suyas, sino como un puro vehículo para el beneficio: si tienen que vender el suelo sobre el que se asienta la fábrica, lo venden”.

De Bonis dice que, hoy en día, tal y como está funcionando la economía, casi no compensa ser accionista. “Hoy es mejor prestar dinero que ser accionista: el que presta siempre va a cobrar, el accionista, no. El mundo de la empresa se ha financiarizado. El movimiento 15-M debe ofrecer una alternativa al sistema actual”.

De Bonis cuenta que, desde el pasado octubre, el movimiento ha entrado en la fase de construir, más que de protestar. “El paro es un grandísimo problema, pero también una oportunidad: podemos crear una economía alternativa y paralela. Hay un 25% de población que puede ayudarnos, este es el gran reto del movimiento”. Frente a la economía virtual y el concepto del dinero que tiene ese 1% de la población que atesora la riqueza, defiende la economía real del 99%.

De Bonis está siguiendo de cerca la evolución de Sinergias Cooperativa San Blas, una experiencia que ilustra perfectamente cómo ha funcionado la ramificación y descentralización del 15-M. Él formó parte del grupo de trabajo de Economía de la Puerta del Sol. Se incorporó a este grupo el mismo 16 de mayo del año pasado, al día siguiente de la manifestación que prendió la mecha.

Ese grupo de Economía se dividió en distintos subgrupos, uno de ellos, el de Empleo. De la asamblea de desempleados nació el grupo de cooperativas y autoempleo. De allí surgió una nueva ramificación, la Cooperativa de sinergias, cuyo fin era crear redes económicas alternativas. Esta propuesta nacida al calor de Sol se acabó descentralizando hacia los barrios; y en cada barrio van floreciendo ahora cooperativas como la de San Blas.

“El 15M fue una explosión en la calle, pero ha repartido semillas de trabajo por todos los barrios”. Lo dice Lola A. Díaz, locutora de Ágora Sol. Por el estudio de esta radio, la voz de Acampada Sol, han desfilado muchos de los que han puesto en marcha iniciativas ligadas al 15-M. Ágora Sol fue pionera en dar voz a los indignados madrileños. Pero el sector de medios afines al 15-M no se ha quedado ahí. También se ha expandido. La revista madrid15m ya va por su tercera edición. El pasado 28 de abril se presentaba en el centro Sociocultural Eko de Carabanchel Toma la tele, proyecto de televisión indignada.

El empleo está centrando ahora gran parte de los esfuerzos y reflexiones de los activistas. El martes pasado, en una lluviosa tarde del 1º de mayo, se presentaba una iniciativa más, la llamada Oficina Precaria, una herramienta de defensa de los desempleados. “Estamos cubriendo el vacío que dejan los sindicatos, intentando llegar a donde no llegan”, cuenta Abel Martínez, de Juventud Sin Futuro, uno de los impulsores de este proyecto. Economista y periodista de 24 años, explica en qué consiste el invento mientras rula un cigarrillo: la Oficina Precariase ocupará sobre todo de los que no tienen empleo, de los becarios explotados, de los falsos autónomos; ofrece asesoría legal; y anima al empleo cooperativo.



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